Interiorismo & beers

01 Mar, 2013

Cada vez es más frecuente encontrar espacios que forman parte de la arquitectura de una marca. Es decir, que no son solo un espacio físico sino que además forman parte de la imagen corporativa, de la estrategia de comunicación de la misma. Son tan o más importantes que su logotipo y son parte del contenido.

Son espacios abiertos a la gente, que la marca en cuestión los "cede" para que el público los haga suyos. La marca les regala una experiencia agradable patrocinada por ella, de tal forma que asocien esa marca a unos inputs positivos.

Es, bajo mi punto de vista, una estrategia mucho menos agresiva y más respetuosa con nosotros los consumidores. En vez de darnos la brasa con sus ofertas nos invitan a su casa y nos dejan jugar con sus juguetes. Y eso a todos nos encanta, como cuando éramos niños.

Un claro ejemplo es el espacio de la Fábrica Moritz en Barcelona, diseñada por el gran Jean Nouvel para la marca cervecera. No he estado presente, pero por lo que veo en las fotos y leo en este artículo de Diario Design (al que me he permitido tomar prestadas las fotos), ha realizado un trabajo extraordinario.

En él el protagonista principal que vertebra todo el mensaje es la cerveza. Está presente en la decoración, en la luz, en el ambiente, en todo. Ha recuperado la tradición respetando los materiales existentes pero trayéndolos a la más rabiosa modernidad. Y consigue que el visitante quede envuelto de este aroma cervecero que se respira más que se bebe y que hace que se enamore de la cerveza, de sus procesos, de su comunicación y de su tradición.

Y sin necesidad de venderle nada. Ni de gritarle. Ni de atosigarle.

Han creado un espacio abierto al público donde tomar una cerveza o cenar (me han recomendado el Solomillo de Ronda y las Patatas Pfaffenhofen) y donde apetece mucho estar. Yo aún no he podido acercarme, pero en mi próximo viaje me van a tener por allí, seguro.

Ya os contaré.