El hermano Juan

24 Jun, 2014

Hoy, San Juan, sería su santo,  y me ha parecido una buena idea dedicarle esta entrada en el blog a Juan Andrés Cobeta Heredero, el Hermano Juan Apolinar o como todos le conocíamos, el Hermano Juan.

Tengo un gran recuerdo de mi etapa en los Hermanos Maristas de Dénia, fueron nueve años, desde la infancia hasta la adolescencia los que pasé allí y puedo afirmar que disfruté, gracias a la labor y dedicación de los profesores y hermanos que me formaron. Hoy seguimos vinculados a la familia Marista con nuestras hijas corriendo en el mismo patio donde jugaba en mi infancia.

Los Hermanos Maristas que tuve la suerte de conocer fueron todos formadores dedicados en cuerpo y alma a sus alumnos, daban mucho más que recibían, pero sé que se sentían satisfechos de su labor, aunque enfrente tuvieran a un grupo de adolescentes en plena explosión de hormonas.

Hermano Napal, Hermano Trullén, Hermano Ignacio, Hermano Ángel… muchos ya no están, aunque me gustaría que estuvieran para poder charlar aunque sólo fuera un rato con ellos, algo que hicimos después de terminar mi etapa Marista visitándolos en los años posteriores.

A todos les debo algo, de eso estoy seguro, al Hermano José Luís Napal, que consiguiera hacerme divertida la física – química (… y me fichara para la selección de futbito), al Hermano José Luis Trullén que nos contagiara algo de seriedad en nuestra formación, al Hermano Ignacio Ucar Ursúa que consiguiera retomar mi motivación después de unos años complicados entre 5º y 6º de EGB, o al Hermano Ángel que me contagiara su pasión por la montaña, algo que ahora ya forma parte de mí.

De todos ellos tengo un recuerdo imborrable, pero el Hermano Juan era algo especial, era más mayor que los otros hermanos, siguió con la sotana hasta el final, y lo tuvimos en 8º de EGB como tutor. El principio de curso empezó con la típica socarronería de la edad al ver en él una persona algo desfasada en sus maneras. Pero en el transcurso del curso consiguió hacerse con nosotros, aunque le gastáramos alguna que otra travesura típica de la edad, algo que a nosotros nos hacía vernos más adultos en aquel momento y de lo que ahora nos arrepentimos.

El día a día estaba dedicado a su vocación religiosa y a sus alumnos, recuerdo que tenía la capacidad de hacernos dictados a las dos clases de 8º y traerlos corregidos al día siguiente, ochenta dictados, ochenta exámenes, igual daba, no solía fallar.

Consiguió mucho con nosotros, aunque en aquel momento no supimos valorarlo, ahora con el paso del tiempo me doy cuenta (nos damos) que aportó mucho en nosotros.

Todos coincidimos en que tuvimos la suerte de cruzarnos con una persona inmensa; un hombre serio, trabajador, religioso y del que no me cabe ninguna duda que si hay algo parecido a un santo que haya estado cerca de mí, ese fue el Hermano Juan.

¡Gracias Hermano!